Ese universo tuyo de costumbrismo irónico, desengaños de baja intensidad y microdesgracias burguesas, me toca mucho los cojones, ¿sabes? Porque para ser un artista hay que sufrir de verdad. Hay que pasar hambre, sed, rechazo, hay que suplicar por un polvo, sangrar por tus ideales, traicionarte a ti mismo y purificarte a través del dolor. Y tú no haces nada de eso, tú no revolucionas tu entorno. En tu obra no hay conflicto, es puro formalismo. Y seguramente es normal, hijo, porque solo tienes siete años. Pero por ahora será mejor que no me preguntes si me gustan tus dibujos.
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Esta vez está casi seguro, ¿verdad?
A veces tenemos que asumir pequeños riesgos.
¿Qué sería de la vida sin ellos?
Yo confío en usted.
Estamos juntos en esto.
Adelante.
Lo siento.
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Lo del vino
-Jesús, no nos malinterpretes, sabemos que nos acabas de hacer un favor enorme.
-Sí, sí. Has salvado la boda, porque lo del vino lo calculamos fatal.
-Ya te dije que no era suficiente.
-Bueno, cielo, no vamos a discutir eso delante de él, ¿verdad? Solo queríamos comentarte que, ya puestos a realizar un milagro, que altera las propias leyes del universo… ¿no te daría igual hacer que el vino tenga un poco más de cuerpo?
Los evangelistas coinciden en que fue la primera vez que Jesús puso los ojos en blanco.
-No está malo, pero le falta un puntito, ¿sabes?
Onor
-¿Cómo que qué me parece? ¿Dónde está la hache de «honor»?
-¿Va con hache? ¿Seguro?
-¿Que si estoy seguro? ¡Joder! ¡Pero si te escribí la frase!
-Ya, pero me vino así de memoria.
-Te vino toda, ¡menos la ortografía! No puedo creerlo.
-Yo juraría que otras veces lo he escrito así y nadie se ha quejado.
-Tío… tú solo explícame cómo lo vas a arreglar.
-Déjame pensar. El problema es que las letras son enormes, no queda espacio entre ellas. ¿Y si te tatúo una hache encima de «onor»? Cómo si fuera una corrección del colegio, ¿sabes? En plan irónico.
El espacio del otro
Pequeños insectos estallan contra el parabrisas del coche, que serpentea por la carretera del pantano
– ¿Qué ha sido eso? ¿No has oído un golpe?
– No.
– Ahora, otra vez. ¿Lo oyes?
– No oigo nada.
– Que sí. Algo está dando golpes. Para el coche.
– No es nada.
– Que sí. Escucha. Otra vez. Es el maletero ¡Hay alguien el maletero!
– Cariño… ¿no hemos hablado siempre de respetar el espacio del otro?
– Sí.
– ¿Acaso me meto yo en tus asuntos?
– No.
– Pues, por favor, déjame a mí con mis cosas.
– Vale. Perdona.
Se oyen dos golpes más.
Pero ella sube un poco la radio.
Calcetines
Tal y como yo lo veo, si aquel camión no atropella al pobre Calcetines, yo no hubiera tenido la depresión y, por tanto, no hubiese ido a la psicóloga. Y si ella no me anima a apuntarme a clases de kizomba, tampoco hubiera conocido a Crismeiry, ni me hubiera enamorado como un gilipollas, ni me hubiese casado en dos semanas. Piénsalo. Fue gracias al divorcio exprés que te conocí en la sala de espera del abogado. Y ahora soy tan feliz contigo. ¿Ves donde quiero parar? Que quizás todo este asunto mío de la próstata… al final sea para bien.
Posición natural
Oye, qué buena postura tienes, ¿eh? Llevo fijándome un rato y da gusto verte. Estás genial, muy derecho y además se nota que es tu posición natural. Te da mucho aplomo, ¿sabes? Como de decir «aquí estoy yo», no sé si me explico. No, perdona. Solo era eso. No quería darte la tabarra, es que yo soy así. Me gusta reforzar las cosas buenas de la gente. Esa es mi política para casi todo. Conmigo no lo hicieron nunca y mira cómo terminé. Con la autoestima por los suelos, felicitando a desconocidos por tonterías. Y no hablemos de mi espalda.
Condolencias
Tío, te prometo que iba a llamarte. Pero ya me conoces, soy un puto desastre. Estoy siempre metido en mil movidas. Ayer mismo quedé para una cerveza tranqui y casi nos amanece tomando gin tonics. Imagínate. Pero me sabe mal no haberte llamado, ¿eh? También te confieso que ese rollo de funerales y condolencias no es lo mío, siempre me ha parecido un poco… siniestro. Pero oye, si tienes tiempo ahora nos tomamos algo y me comentas un poco todo el asunto. Te vas a reír, pero es que ni siquiera recuerdo si ha sido tu padre o tu madre.
Lo mal que salió tu fiesta anoche
Hola, ¿qué tal estás? Oye, de verdad que siento lo mal que salió tu fiesta anoche. Sé que le habías puesto mucha ilusión y que todo fue un desastre. He pensado que podría ayudarte haciendo una lista de las cosas que hiciste mal. ¿Qué te parece? Eso te ayudará para la próxima.
Lo primero es que deberías haber invitado a gente. Si no hay gente, no es una fiesta. Ayer solo estábamos tú y yo. A mi me conociste por casualidad en la puerta y además no terminamos de conectar, ¿verdad? Con más gente hubiera estado mejor. Eso para empezar.
Ágatha
«Experiencia decepcionante».
Había leído críticas extraordinarias sobre este local, pero sinceramente, nuestra visita solo puede calificarse como fiasco. De nada sirve ofrecer la mejor gastronomía del mundo si el servicio se comporta de forma caprichosa y errática.
En particular no se dejen deslumbrar por una camarera, Ágatha. Aunque derroche encanto y familiaridad, no es más que una insensible estrategia comercial.
Sinceramente, Ágatha, no me parece profesional ofrecer falsas esperanzas personales a un cliente durante toda la noche, recibir una generosa propina y luego darle un número de teléfono falso.
Por lo demás, la comida bien.
Pero no creo que vuelva.