Tal y como yo lo veo, si aquel camión no atropella al pobre Calcetines, yo no hubiera tenido la depresión y, por tanto, no hubiese ido a la psicóloga. Y si ella no me anima a apuntarme a clases de kizomba, tampoco hubiera conocido a Crismeiry, ni me hubiera enamorado como un gilipollas, ni me hubiese casado en dos semanas. Piénsalo. Fue gracias al divorcio exprés que te conocí en la sala de espera del abogado. Y ahora soy tan feliz contigo. ¿Ves donde quiero parar? Que quizás todo este asunto mío de la próstata… al final sea para bien.